Luis Luchi, poeta, tal vez maldito, murió hace ya, en el próximo octubre, diez años. Habrá homenajes y recordatorios, pero Aquí.punto de encuentro argentino no puede resistir la tentación de publicar lo que puede ser la última entrevista que se le hizo en vida.
Alejandro Crimi, a quien entrevistamos hace poco, nos entregó este material, que publicaremos en tres entregas.
Poesía, tango y anarquía (I)
Por Alejandro Crimi
Amigos poetas de Buenos Aires me habían hablado con pasión de Luis Luchi (pseudónimo literario de Luis Yanischevsky; Buenos Aires, 11 de octubre de 1921 - Barcelona, 21 de octubre de 2000), me mostraron algunos de sus libros –muy ajados, con algunas manchitas de vino tinto– y me leyeron sus poemas con pausas marcadas y miradas cómplices. También me contaron historias con clima de tango, donde se mezclaba la política, el humor más cruel y los bares porteños. Así, con una impresión casi mitológica del poeta, me fui a las librerías de la calle Corrientes a buscar “El obelisco y otros poemas” o “La pasión sin Mateo”. Y nada: las editoriales más comerciales nunca se ocuparon de Luchi. Sólo me quedé con fotocopias desteñidas y anécdotas de segunda y tercera mano que terminaban en Barcelona. Por todo eso, al llegar a España en 1999, llevaba anotado el nombre de Luchi en la primera página de mi libreta.
Su teléfono me lo dieron en un restaurante, y al hablarle y escuchar su voz, recordé el tono con que me habían leído sus poemas en Avellaneda. Quedamos en vernos en su departamento de El Raval –al que algunos todavía llaman “el barrio chino”–, en la calle Nou de la Rambla a pocos metros del Paralelo, cerca de un bar y enfrente de un negocio que ofrece sexo.
La figura frágil de Luis se contrasta con una voz grave y cálida que parece venirle de muy adentro. Luego de las presentaciones pertinentes lo noto distante. ¿Qué estás haciendo en España? –me pregunta. No tengo la menor idea –le respondo. Se ríe. Ya no está distante. Trae libros, vino, queso y aceitunas.
Su teléfono me lo dieron en un restaurante, y al hablarle y escuchar su voz, recordé el tono con que me habían leído sus poemas en Avellaneda. Quedamos en vernos en su departamento de El Raval –al que algunos todavía llaman “el barrio chino”–, en la calle Nou de la Rambla a pocos metros del Paralelo, cerca de un bar y enfrente de un negocio que ofrece sexo.
La figura frágil de Luis se contrasta con una voz grave y cálida que parece venirle de muy adentro. Luego de las presentaciones pertinentes lo noto distante. ¿Qué estás haciendo en España? –me pregunta. No tengo la menor idea –le respondo. Se ríe. Ya no está distante. Trae libros, vino, queso y aceitunas.
LA MILITANCIA Y EL ANARQUISMO
– ¿Qué lugar ocupó la poesía en tu juventud?
– A la poesía la tenía en un total segundo plano. Mi ambiente era el de la militancia política.
– A la poesía la tenía en un total segundo plano. Mi ambiente era el de la militancia política.
– ¿Dónde militaste?
– Durante muchos años en la juventud comunista. Tuve en el PC una militancia firme hasta el año cincuenta y algo. Después pasaron cosas, andaba medio cabrero… Bueno, siempre tuve influencia anarquista, la llevo desde la infancia, y siempre me salía de una manera o de otra.
Luego del ‘59 ya empecé a aflojar. Me estaba alejando de algún modo, en todo sentido. Sólo le vendía libros a la editorial del Partido.
– Durante muchos años en la juventud comunista. Tuve en el PC una militancia firme hasta el año cincuenta y algo. Después pasaron cosas, andaba medio cabrero… Bueno, siempre tuve influencia anarquista, la llevo desde la infancia, y siempre me salía de una manera o de otra.
Luego del ‘59 ya empecé a aflojar. Me estaba alejando de algún modo, en todo sentido. Sólo le vendía libros a la editorial del Partido.
– ¿Cuál era tu trabajo?
– Era obrero gráfico y me quedé sin trabajo en el ‘50. Hubo una huelga y muchos trabajadores quedamos en la calle. Yo estaba en las listas negras.
Luego me salió un trabajo en Montevideo y me fui. Allí estuve más de un año y a la vuelta empecé a trabajar vendiendo libros. Trabajaba para dos editoriales y me ganaba la vida. La posibilidad de ser viajante me permitió conocer el país. Para mí fue una experiencia maravillosa. Buenos Aires era mi casa, pero en el interior aprendí mucho. Me metía en todos los pueblitos. Iba a Santiago del Estero, Corrientes, El Chaco, La Pampa, La Rioja, Mendoza, San Juan… Estuve unos cuantos años con eso.
– Era obrero gráfico y me quedé sin trabajo en el ‘50. Hubo una huelga y muchos trabajadores quedamos en la calle. Yo estaba en las listas negras.
Luego me salió un trabajo en Montevideo y me fui. Allí estuve más de un año y a la vuelta empecé a trabajar vendiendo libros. Trabajaba para dos editoriales y me ganaba la vida. La posibilidad de ser viajante me permitió conocer el país. Para mí fue una experiencia maravillosa. Buenos Aires era mi casa, pero en el interior aprendí mucho. Me metía en todos los pueblitos. Iba a Santiago del Estero, Corrientes, El Chaco, La Pampa, La Rioja, Mendoza, San Juan… Estuve unos cuantos años con eso.
– ¿Siempre tuviste afinidad con el anarquismo?
– Si. Pero no me relacioné directamente al movimiento anarquista. Iba a los actos pero no participaba.
– Si. Pero no me relacioné directamente al movimiento anarquista. Iba a los actos pero no participaba.
– ¿Has conocido anarquistas españoles?
– Sí, claro. Conocí a varios. Hace un tiempo tuve una conversación con Abel Paz, en un café. El había escrito una biografía de Durruti. Discutimos sobre su libro y le conté varias cosas: La historia de Di Giovanni, de su fusilamiento y otros episodios poco conocidos. También hablamos de las actividades de Durruti en Argentina, que nunca quedaron muy claras.
– Sí, claro. Conocí a varios. Hace un tiempo tuve una conversación con Abel Paz, en un café. El había escrito una biografía de Durruti. Discutimos sobre su libro y le conté varias cosas: La historia de Di Giovanni, de su fusilamiento y otros episodios poco conocidos. También hablamos de las actividades de Durruti en Argentina, que nunca quedaron muy claras.
– ¿Cómo ves la figura de Severino Di Giovanni?
– Bien. Yo he discutido mucho algunas prácticas de violencia, pero hay momentos en que actitudes como las de Di Giovanni son la única solución. No hay nada que hacer. Con gente como Di Giovanni los poderosos no se la llevaban de arriba. Es que para llevar una vida como la de él hay que ir a ganar, porque hay mucho dolor y tenemos demasiados sacrificados.
Cuando lo fusilaron empezó el vacío del anarquismo como fuerza gremial, y fue desplazado por el partido comunista –que estaba en crecimiento– y el socialismo. El tema de Di Giovanni y la violencia aún se sigue discutiendo, incluso dentro del anarquismo.
– Bien. Yo he discutido mucho algunas prácticas de violencia, pero hay momentos en que actitudes como las de Di Giovanni son la única solución. No hay nada que hacer. Con gente como Di Giovanni los poderosos no se la llevaban de arriba. Es que para llevar una vida como la de él hay que ir a ganar, porque hay mucho dolor y tenemos demasiados sacrificados.
Cuando lo fusilaron empezó el vacío del anarquismo como fuerza gremial, y fue desplazado por el partido comunista –que estaba en crecimiento– y el socialismo. El tema de Di Giovanni y la violencia aún se sigue discutiendo, incluso dentro del anarquismo.
– ¿Cómo conociste la historia de Di Giovanni?
Con el asunto de Di Giovanni yo estaba informado por una situación muy particular. Donde trabajaba como obrero gráfico, en la calle San José, tenía un compañero que se llamaba Romero. Trabajé unos cuantos años ahí, y él me veía que yo siempre andaba con folletos y cosas raras.
Un día nos tomamos un café y me dijo “… yo no me llamo Romero; aquí no lo sabe nadie. Yo me llamo Scarfó, de apellido. Soy hermano de América Scarfó.” Y me contó muchas cosas.
América fue el gran amor de Severino, y a su otro hermano, Paulino, también lo fusilaron. Hace poco me enteré de que a América le devolvieron las cartas de Di Giovanni. Me mandaron un recorte de Buenos Aires.
Con el asunto de Di Giovanni yo estaba informado por una situación muy particular. Donde trabajaba como obrero gráfico, en la calle San José, tenía un compañero que se llamaba Romero. Trabajé unos cuantos años ahí, y él me veía que yo siempre andaba con folletos y cosas raras.
Un día nos tomamos un café y me dijo “… yo no me llamo Romero; aquí no lo sabe nadie. Yo me llamo Scarfó, de apellido. Soy hermano de América Scarfó.” Y me contó muchas cosas.
América fue el gran amor de Severino, y a su otro hermano, Paulino, también lo fusilaron. Hace poco me enteré de que a América le devolvieron las cartas de Di Giovanni. Me mandaron un recorte de Buenos Aires.
CONTINUARÁ.
Si quiere sabe más sobre Severino Di Giovanni pinche aquí.
Luis Luchi, oí hablar de él por priemra vez de él en el bar Ramos, de Buenos Aires. Un compañero de la FLA me acercó un libro de poemas de Luis Luchi, quien para mí era un desconocido, su poesía era ese Buenos Aires de anarquistas románticos,de personajes de Roberto Arlt, de lecturas y amistades forjadas en el de cafés,donde nos mezclabamos estudiantes, viejos que arrastraban sus vidas por las pensiones,drogatas, artistas, desconocidos, jóvenes rockeros ... para nosostros, casi adolescentes, Luis formó parte del comienzo de nuestra educación sentimental y política. En Barcelona lo recuerdo leyendo sus poemas en el pequeño piso de la calle Rodadors , que compartía con su primera compañera, la madre de su hijos, fuerte y solidaria , un árbol erguido en la tormenta, siempre dispuesta a la solidaridad y al cariño maternal para todos: la doctora Irene Lavalle. Que durante años fue la ginecóloga de todas las chicas y mujeres que llegábamos recién a Barcelona, sin seguridad social y sin recursos y que acudíamos gratuitamente a su consulta donde intentaba solucionar todos nuestros problemas y calmar nuestras angustias. Vaya tambiém un recuerdo para ella..
ResponderEliminarGracias por la entrevista es muy buena. 8 Recuero siempre también como ll se nos caía las lágrinas cuando Luchi nos hacía escuchar la grabación del poema que él dedicó a los Rosemberg,( el matrimonio acusado de espionaje que fue sentenciado a la silla eléctrica en los años 50 en USA) creo que Irene participó en esa grabación) estaría bien recuperarlo.
Tuve la suerte y el honor de conocer a Luchi y a Irene. Formé parte de ese gupo de gente que nos establecimos en Barcelonaen donde terminamos echando raíces muy fuertes, donde nos han nacido hijos y nietos y repetimos esta historia de ser y no ser del lugar donde estamos y estuvimos.
ResponderEliminarCantaré y estaré junto a todos los que lo hemos querido en el acto de la conmemoración de su muerte.