viernes, 7 de enero de 2011

HISTORIAS DE VIDA: GERMÁN SCELSO

Germán Scelso, nació en Buenos Aires, en 1976, pero es un producto autóctono de Córdoba, a dónde llegó con cuatro meses, para en 2004, mudarse a Barcelona. Cuando lo entrevistamos para compartir su historia de vida dijo, para definir lo que hacía, que escribe y realiza videos. Para Aquí.punto de encuentro argentino la explicación era demasiado escueta, por lo que insistimos.


AQUIPEA- Un día dejó Córdoba, la familia, el “cuartetazo” y el mate con yuyos del monte para subirse a un avión y aterrizar en Barcelona. ¿Qué esperaba encontrar tan lejos de su origen?
GERMÁN SCELSO -En los ‘90, después de la escuela de cine de Córdoba, entendí que los trabajos en video experimental que hacía -mezcla de poesía y video-, no producían dinero ni prestigio institucional. Entonces me dediqué unos años a grabar bodas, festivales de danza para niños, sesiones en el Concejo Deliberante de la ciudad, etc.
Más tarde y a contracorriente, después de la crisis de 2001, empecé otra vez a escribir y al poco tiempo volví a hacer un experimento documental. Fue inesperado. Lo que nació como una prueba para denunciar a mis vecinos por ruidos molestos, se convirtió en un documental de observación desde las ventanas de mi casa.
Esta obsesión, en el 2003, fue mi último año en Córdoba. Edité un video de 40 minutos que se llama De ojos privada y lo presenté en el Cineclub de la ciudad. Tenía casi 28 años y sentía que era una edad límite para hacer un cambio drástico, cambiar el escenario de vida.
Fue intuitiva mi decisión, empecé a sentir que Argentina estaba cambiando, que la gente estaba cambiando profundamente después de la crisis. El 2001 fue una eclosión en donde la tensión entre el mito de la Argentina potencia y la cruda realidad se volvió insostenible.
A pesar de que creo que es mejor enterarse de que los Reyes Magos no existen, el fin de esa fantasía hizo que los valores y la concepción del mundo del argentino medio, empezara a ir, hablo en general, hacia donde no me siento cómodo. Era como vivir en un lugar después de una catástrofe, en este caso no sólo económica sino también moral: una especie de far west moral.
Me fui y me quedé con las ganas de hacer un western a lo Sergio Leone con música de la Mona Jiménez en vez de Morricone. Me fui. No participé en el proceso de recuperación del país.

-Usted ya lleva varios años en esta ciudad. ¿Se lo imaginaba cuando llegó? ¿Se queda porque se siente cómodo, o por aquello de quedarse un día más que al fin se hacen años?
-La decisión de venirme fue tan arbitraria e intuitiva como la de quedarme. No soy de los que llega fin de año y hacen una estadística de lo que hicieron bien o mal y programan el siguiente. Soy más caótico. Podría ponerme a pensar, y razones por las que me quedo encontraré muchas, mezcladas, y mezcladas incluso con otras razones que llaman a irme. Pero tal vez lo que prime a la hora de sentirme muy bien en Barcelona es no estar en un ambiente social caótico, al menos no más salvaje que mi propio caos.

-¿Tiene algo que ver esa sensación que tienen muchos argentinos de que Barcelona es la puerta hacia Europa? ¿Ha viajado?
-Nada que ver. Es más que nada por el idioma. Podría haberme ido a cualquier Estado español, pero el catalán pululando como una obligación produce una tensión que hace que no me canse del castellano; en Andalucía no duraría mucho tiempo. También porque aquí tenía grandes amigos cordobeses que se vinieron primero que yo y me recibieron, y también porque ya he hecho nuevos y grandes amigos. Algunos incluso son como familia.
El país vasco me tienta. He viajado y los países anglosajones son muy seductores: uno se relaja de tanto barroquismo latino. En Italia me siento tan en casa que sería como volver a Argentina. París… prefiero dejar que siga siendo un lugar mitológico en mi cabeza y no con el que me toca vivir la cotidianidad. De todas maneras, a pesar de esta lista de opciones, con el pasar del tiempo me lo pienso más antes de hacer un viaje a lo loco y tirarme, por ejemplo, en paracaídas en Berlín sin manejar idiomas; llegaría limitado de antemano. Tal vez por unos meses me iría a otro lado, pero a hacer algo concreto, aprender un idioma, grabar algo. Ahora mismo, más que hacer otro cambio de escenario lo que me interesa es seguir profundizando en la realización de documentales o videos de creación, y en mejorar la relación entre eso y el producir dinero.

-En Argentina se formó como documentalista. ¿El mundo mezclado y multicultural de Barcelona es más atractivo que Córdoba para una mirada de documentalista, o todos lo gatos son pardos?
-Todos los gatos son pardos. Lo único que tira para allá es el grado de identificación que tengo con las cosas, como un fetiche. Además, Argentina es un país que tiene el mismo cosmopolitismo que Barcelona, sólo que en otro estadio de su asimilación. Así que en el sentido antropológico documental, Córdoba y Argentina en general son interesantísimas. Y lo que tira fuera de allí es que al haber menos dinero, mucho menos dinero que en Europa y además repartido de manera mucho más desigual, los trabajos experimentales en video son un lujo inútil, disfuncional, mucho más disfuncional e inútil que aquí.
La verdad es que mi formación se afianzó aquí en Barcelona, sobre todo porque no paro de hacer. He hecho dos videos documentales en Barcelona con personajes barceloneses, y otros experimentos todavía en proceso, con personajes que me obsesionan y que para mí son interesantísimos.


-Usted es hijo de los peores tiempos de Argentina. Uno de los hijos que pagó sin haber pecado. ¿La distancia, un mar de por medio, le ha servido para entender mejor, olvidar, o reencontrarse con ese pasado?
-Nacer es algo que no elegimos. Así que de cualquier forma, vivir, es pagar sin haber pecado. Pero sí, soy hijo, literalmente, de ese pasado político argentino. Mis padres eran personas de acción en una organización revolucionaria, política y armada, en los años 70. Él desapareció en 1976, a mis cuatro meses, o sea que no lo conocí, y ella, sobrevivió podríamos decir, de los centros de tortura y eliminación. La manera en que todo esto se expresó en la sociedad argentina a partir del fin de la dictadura fue cambiando al mismo ritmo en que yo pasaba por etapas de mi vida. La política y la historia siempre estuvieron ligadas a mí de una manera natural, silvestre. Sin embargo, a pesar de que mi madre trabajó siempre en Abuelas de Plaza de Mayo y en otros organismos de Derechos Humanos, tanto en mi niñez como en mi adolescencia, y en gran parte de los años universitarios, tuve una participación casi nula en cualquier acto público o de militancia en H.I.J.O.S.
En los ‘80, esta especie de extrañamiento de una realidad que era evidentemente mía, se dio por la distancia entre el mundo de mis abuelos en el que me crié y el mundo que intentaba restaurar mi madre al salir de cautiverio. Sentía algo entre ajeno y propio por ese mundo, pero cualquiera de las dos sensaciones me parecían incompletas o falsas. Con mi hermano, con quien me llevo apenas dos años, no participamos en lo que fue el embrión de H.I.J.O.S. en Córdoba: El taller Cortázar. Mi madre lúcidamente nunca nos obligó a nada. Siempre fuimos libres de elegir entrar o no.


 -Se puede decir que creció con el cambio de aquello que no se nombra hasta la voz pública.
-Como cualquier otro hijo de desaparecido, he visto la evolución de nuestra condición, de tema-tabú, a estereotipo político. Fui parte de este proceso íntimo y público, sobre todo desde lo íntimo. Sin hacerlo concientemente, al mismo tiempo en que se me ocurría hacer un documental sobre mi padre aparecían otros hijos haciendo lo mismo. Fue raro eso, porque una historia tan pesada y silenciada parece muy personal y única, y al ver a otro haciendo exactamente lo mismo sin haber tenido ningún contacto hace asumir que es algo que te excede, que no es sólo tuyo. La repetición te está diciendo algo. Se entiende la diferencia entre un padre muerto en un accidente y otro muerto por razones políticas. Te podés hacer el gil, o tratar de entender algún por qué. Yo por mi parte, si bien no empecé ninguna militancia política, asumí el tema como uno de los puntos de reflexión en mis propios videos, y hace ya muchos años que estoy escribiendo y haciendo más de un trabajo tratando de abarcar la historia desde los años revolucionarios hasta los juicios actuales a militares.
Si bien mucho antes de venirme –entre el año ‘95 y el ‘98 grabé las primeras escenas documentales referidas a la historia de mis padres- estar lejos, fuera del ataque de los medios de comunicación y de las opiniones de los vecinos, estar en otro continente, ayudó un montón no sólo a comprender mejor, sino a interesarme más libremente por esa realidad. Además, me fui justo el año en que empezaba el período kirchnerista, en donde el poder político está cimentado en gran parte en la política de Derechos Humanos (que empezaron de manera precaria y marginal en los años ‘80 y ahora ocupan un lugar oficial en la fuerza de los poderes políticos). Ahora mismo, si yo estuviera allá, me aturdiría de tanta oficialidad, de tanta propaganda por el triunfo de la voluntad de quienes pelearon hasta conseguir los juicios a los militares golpistas. No es que desacredite todo eso, por el contrario, me siento parte de ese proceso, sólo que personalmente necesito una fuerte distancia para poder analizar las cosas con claridad y verlas en un sentido más amplio, y modestamente diría, más poético y universal.

-¿Cómo se da en su trabajo esa asociación entre lo íntimo y el testimonio de lo aparente, entre la poesía y el documental?
-Empecé a escribir de adolescente. La misma necesidad poética que buscaba en los textos es la que tengo al hacer video. No sé bien cuál es la interrogación íntima del poeta. Pero podríamos decir que para mí tiene que ver con lo que no está dicho explícitamente ni en el texto ni en la imagen. La poesía de una imagen o de un texto está detrás de lo que muestran o dicen, o sea que está en lo que no muestran y en lo que no dicen, precisamente, en las apariencias. El poeta se mueve en el límite de esos dos extremos, y que sea lo que Dios quiera. Por eso no me considero un documentalista propiamente dicho, porque esa concepción clásica de lo documental refiere al documento, al texto o a la imagen como una prueba irrefutable de la verdad, de la realidad. Es decir, lo contrario a la poesía.

-Bajemos a lo cotidiano, para compartir oficios terrestres. ¿Cómo se ha ganado la vida en Barcelona? ¿En algún momento lo tuvo algo más fácil que ahora? Porque si ahora lo tiene fácil, lo suyo es milagroso.
-En este último año he hecho trabajos variados. Desde asistente de dirección o sonidista en pequeños rodajes, hasta ayudante de albañil. Como mi partida de Córdoba fue abrupta, al llegar hice el camino típico del inmigrante precario. Tenía dinero para vivir un mes, unos pocos meses para que venciera mi visa de turista y poca experiencia laboral en general. Conseguí trabajo en un locutorio a los pocos días de estar aquí y me quedé ahí muchos años. Toda cuestión legal y de una cierta estabilidad económica la conseguí trabajando allí. Pero pagaban muy mal.
Me costó irme porque me saturé de la rutina justo en plena crisis. No era un momento sensato para hacer un cambio incierto. Pero estaba muy saturado. Me organicé y pedí el paro y el cambio fue tremendo. Aunque costó un tiempo reestructurarme, el paro para mí es la posibilidad de dedicarme de lleno a escribir y a tratar de resolver esto de la distancia entre arte y producción de dinero. No es milagroso, es arriesgado. Estoy muy bien porque recuperé mi tiempo y los proyectos empezados están avanzando a más velocidad, pero al mismo tiempo al acabarse el paro puede que no haya conseguido nada. Queda un año más de la beca-paro. Bueno, sí es un milagro, pero muy corto.


 -Por toda Barcelona se oyen voces de jóvenes argentinos, ¿qué es lo que los congrega? ¿Vienen por la Sagrada Familia y el Barça, o porque ser argentinos les de ventaja a la hora de ligar amores multinacionales?
-Hay muchos tipos de argentino inmigrante. Para todos los gustos: Exiliado, perdido, obrero, aventurero, negociante, jipón, artista, malabarista, tanguero, administrativo, psicólogo, galán. Cada uno se disfraza de parque temático y sale por ahí, a trabajar, a fanfarronear. Supongo que alguno vino por primera vez hace muchos años y corrió la bola y entonces se armaron los primeros grupos que luego recibían a los otros. El contexto es sólo un aderezo para empujar la voluntad, porque al final, el american dream en el extranjero es una promesa tan tramposa como en el propio país. Los únicos que consiguen un punto medio y seguro, son esos jóvenes que vienen a trabajar en temporada de verano y se llevan los euros a Argentina y los administran allá. Esos sí, de paso mientras producen dinero, gastan un poco en hacer de latin lovers, se hacen hinchas del Barça y aprenden a decir “molt be” y “adeu”.

-Por último. Desnúdese y cuente cuál es su vicio argentino. ¿El mate, los bizcochitos con grasa, arreglar el mundo con los amigos?
-Me tomo el atrevimiento de decir “filosofar”, con los amigos.

Para saber más sobre Germán Scelso pinche aquí y también aquí.
Para asomarse a su trabajo con la cámara y la mirada pinche aquí.

lunes, 3 de enero de 2011

UN NUEVO AÑO

Comienza un nuevo año que, esperamos, no será peor que 2010. Así que, renovando el compromiso de dar a conocer actividades e historias de nuestra gente en Barcelona, vaya un sincero deseo de la mejor suerte de quienes hacemos Aquí-punto de encuentro argentino.
De paso les recordamos que, para dar a conocer propuestas, experiencias y memoria, sólo tienen que enviar su texto a aqui.pea@gmail.com

ILUSTRACION
A no perdérselo que se viene el cierre de inscripciones.
Jorge Zentner y compañía nos informan que aún quedan plazas en los dos grupos de estudio dedicados a la ilustración, desde la A a la Z.
Uno de los grupos está previsto para las mañanas, de 10 a 13, el otro para las tardes, de 18 a 21 horas.
Para más información, antecedentes y resultados de alumnos anteriores pinche aquí, y no se lo pierda.

jueves, 23 de diciembre de 2010

HISTORIAS DE VIDA: HERNÁN BUIRA DE ANGELIS


Hernán Buira De Angelis es de los que llegaron a Barcelona llevados de la mano, y aquí se quedaron. Como a todos los protagonistas de las historias de vida de Aquí.punto de encuentro argentino, le pedimos que nos resumiera dónde estaba y cómo antes de llegar a Barcelona:

“Llegué a esta hermosa ciudad en 1977, después de haberme reencontrado con mi madre en Suecia. Ella era militante, contraria a la dictadura y salvó la vida saliendo del país. Viví nueve meses con mis abuelos, recibiendo postales de amor desde Europa, hasta que mi padre dio el permiso para que viajara a Stockholm. Que me quedara en Buenos Aires no era seguro. Así que vino a buscarme un coche de la embajada sueca y me llevó a Ezeiza. Un argentinito de siete años a bordo de un boeing de SAS, rumbo a Escandinavia. La verdad que no tengo demasiados recuerdos previos a ese viaje. Conservo un puñado de imágenes, muchos olores y algunas palabras. Y amor, eso sí. Mucho amor”.

AQUIPEA -Usted no vino a Barcelona, lo trajeron. Pero sigue aquí, y eso es lo que nos interesa. ¿Cuántas veces volvió y volvió entre una y otra orilla? ¿Cuál es su sitio entre esos dos puntos de partida y, al mismo tiempo, de llegada?

Hernán Buira De Angelis -La primera vez que volví a Buenos Aires fue en el ‘84, siete años después de haberme ido. El reencuentro con mi padre, mis abuelos, hermanos, primos, tíos… Y los asados, alfajores, bananitas Dolca, caramelos media hora… Luego llegó un tiempo en que mis viajes fueron frecuentes, y en cada uno de ellos recuperaba algo de mí. Se me instauró esa dicotomía: ¿cuál es mi lugar? Tanto ir y venir me alimentaba esa pregunta. Recuerdo una charla con papá que me dio una buena base, me dijo: “no te lamentes por cada despedida, alegrate de cada reencuentro”. Hoy estoy aquí, y este es mi lugar, pero sin olvidar en ningún momento de dónde vengo.

-¿Cuántos años tenía cuando llegó por vez primera y cuántos tiene ahora, que vive en Barcelona?
-Llegué a Barcelona con siete recién cumplidos, y no sé cómo pude bajar con mis propios pies del autocar que nos trajo desde Suecia, tras cincuenta y pico horas de viaje… Hoy tengo 40. ¡Y sigo caminando, corro y me desplazo en bici!

-Hoy la cosa económica está muy difícil y usted es terapeuta. Cuéntenos qué hace.
-Empecé a trabajar a los18 años, en un estudio de publicidad. Me encantaba. Creatividad, trabajo en equipo, sueldo… Luego busqué mi talento personal en un mayorista de ropa, en bares y restaurantes, como camarero, pero no estaba ahí. En 2004 estudié “Quiromasaje” y “Drenaje linfático”, que abrieron infinitas ventanas en mi forma de pensar, y seguí formándome en otras técnicas que complementaran mi trabajo: laserpuntura, método Dorn, NPDO. Y estoy en tercero de Osteopatía, que me fascina. Mi misión es la de acompañar a quien venga a la consulta con una dolencia, con una patología, en su proceso de curación. Les doy, con las manos y con las palabras, herramientas que les hagan comprender que el bienestar y la salud son responsabilidad de uno mismo.

-Parece haber encontrado el equilibrio entre ganarse el pan y ser útil para usted y los otros. ¿De dónde le llega esa necesidad de servicio?
-Siento que es una constante devolución, un profundo agradecimiento a lo que la vida me da cada día. He sido ayudado por terapeutas en algunos momentos claves de mi vida, y no se si ellos serán conscientes de lo importantes que han sido para mi. Si mi trabajo resulta una buena ayuda para alguien, yo me siento mejor persona. Crezco. Es maravilloso que una persona se levante de la camilla y te diga: ¡Qué bien me siento!



-Usted se formó entre un torbellino de identidades nacionales mezcladas. ¿En qué momentos se siente o se sabe argentino?
-Si cierro los ojos y respiro hondo, siento que pertenezco a todos los lugares en donde tengo afectos. Argentina, Barcelona, Catalunya, Italia… Y seguiría: el mundo es inmenso. Pero cuando llega el mundial de fútbol me siento y me sé argentino.

-Se dice que uno puede nacer dónde sea, pero será marcado por su tiempo de educación sentimental, la adolescencia. ¿Cómo fue su educación sentimental en Barcelona?
-Educación sentimental, me gusta el concepto. Vengo de un lugar donde, en el momento en que salí, había una cruel dictadura, los 30.000 desaparecidos, y llegué aquí en un momento donde se estaban dejando atrás 40 años de franquismo y transitando hacia la democracia. Mi escuela primaria, una escuela catalana, fue un enorme soporte de los valores democráticos. Me sentí bien acogido y bien contenido. Si bien no se puede hacer un corte en la línea de la vida, la adolescencia empieza a definir claramente a la mujer o al hombre que uno será. Barcelona me presentó a mi primer amor, mis primeras salidas, el instituto, los amigos (aún conservo algunos de esa etapa), las excursiones a la adultez… hasta llegar a ser el hombre que soy. Si hablamos de educación, Barcelona ha sido una gran maestra. Y muy sentimental.

-Para muchos españoles, que emigraron a Argentina con la idea de “hacer la América” y volver, la vida se les cambió cuando allí tuvieron un hijo. Usted tiene un hijo nacido aquí. ¿Ese hecho le mostró que había echado nuevas raíces, o las raíces ya estaban?
-Ambas cosas. Las raíces estaban, de hecho, pero sin ninguna duda el nacimiento de Dídac en el hospital de Sant Pau, en Barcelona, en Catalunya, hace que este sea mi lugar más que nunca. Las raíces se han multiplicado, igual que mi amor por esta ciudad y por la vida.

-Con la inmigración, Barcelona se parece en mucho a aquel Buenos Aires que se llenó de inmigrantes a principios del siglo XX. ¿La pluralidad de identidades lo desacomoda o se maneja en ella como pez en el agua?
-Soy argentino, con un apellido catalán y el otro italiano. Tengo también algo de sangre brasileña. Todos somos una pluralidad de identidades. Sino no hubiéramos evolucionado como especie. Pienso que deberíamos aprovechar el regalo de estar en contacto con gente que procede de culturas distintas a las nuestras, enriquecernos con nuevos conocimientos y dejar de creer que el mundo es y debe ser sólo de la manera en que nosotros lo vemos. Si este lugar es como es, es también porque cada uno que ha venido de fuera ha dejado su granito de arena.

-Muchos jóvenes españoles se van hoy a Argentina, mientras los argentinos siguen llegando a Barcelona. A todos les parece que sólo a ellos se les presentan todas las dificultades. ¿Qué les puede decir para que no se desanimen?
-Que las dificultades están ahí para que aprendamos a superarlas, para que exploremos qué tenemos dentro y qué necesitamos para seguir adelante. Cuanto más nos acerquemos a nuestro talento personal y a lo que tenemos dentro, menos necesitaremos de afuera. La vida es un camino en el que, lo que realmente importa, es el camino, no la meta.

Para saber más sobre las terapias de Hernán Buira, y otros profesionales asociados, pinche aquí.
Si quiere escribirle pinche aquí su mail.
Si tiene una urgencia y necesita atención, pinche aquí su teléfono.

lunes, 13 de diciembre de 2010

FIESTAS DE FIN DE AÑO



La Canalla Condal es un grupo de gente que reivindica un pasado creativo, revulsivo y contracultural de Barcelona. Resisten a los imperativos de lo políticamente correcto, a la xenofobia y a la mediocridad. Como en aquella Barcelona verdaderamente multicultural, también cuenta entre sus filas a argentinos afincados en la ciudad.
La Canalla Condal, aparte de su web permanente, donde es posible encontrarse con bestias de la música, la literatura, la plástica y todas las artes, dos veces por año propone un encuentro para que caras, nombres y actitudes puedan reconocerse. En primavera, para el Día del Libro, se entrega el premio La Cara de San Jorge, como contrapartida de La Cruz de San Jorge, en manos de los correctos. En una fiesta donde todos actúan gratis, se recauda todo lo posible para ayudar a alguna asociación de esas que no mezquinan el cuerpo y, tal vez por eso, casi nunca reciben una ayuda oficial.
En este último mes del año proponen un despedida de conjunto, para que no vuelva; ya es suficiente de crisis y malos tiempos.
¿Dónde? En Freedonia, C. Lleialtat, 6 –El Raval.
¿Cuándo? El 20 de diciembre.
Para saber más sobre La Canalla Condal pinche aquí.




A MOVER LAS TABAS
Como todos los fines de año, el Harlem Jazz Club, del argentino Daniel Negro, hace una propuesta solidaria para quienes no tienen ganas de soportar aburrimientos, aunque se presenten bajo la forma de lazos familiares.
La llamada es para las 22,30. A las 23 actúa un grupo que hace mover las tabas: Los tradicionales de Cuba, y luego, con campanas para atorarse con las uvas de fin de año, música a full: Soul, funk, afro, latin, black música y los Djs KISA i Dr, GRONE hasta las 6 de la mañana.
¿Dónde? Harlem Jazz Club- Comtessa de Sobradiel, 8- Barrio Gótico.
Para saber más pinche aquí.

ILUSTRACIÓN POR TODO LO ALTO


En el centro cultural Nau Ivanow se prepara un curso de formación y actualización para ilustradores: “De la A a la Z”.
El año pasado muchos se quedaron con las ganas por falta de cupo, esta es su oportunidad.
Para saber más sobre este curso pinche aquí.
Para ver qué otras posibilidades puede darle Nau Ivanow pinche aquí.


PARA DAR EL SALTO

Muchos argentinos llegados a Barcelona frecuentan la bandeja de camarero mientras buscan una oportunidad para mostrar lo que valen como dibujantes, ilustradores y diseñadores.
Aquí una propuesta que puede ser de mucha ayuda para perfeccionarse, relacionarse y meterse en el mundo en que quieren estar.
COMPLOT una escuela de creativos hecha por creativos, propone una beca. ¿Interesa?
Creemos que sí.
Para saber más sobre esta beca pinche aquí.

martes, 30 de noviembre de 2010

TALLER LA ATENCIÓN



Para quien quiere conocerse mejor y tener una vida más íntegra, Jorge Zentner ofrece una nueva etapa de su taller “La atención”. Este talentoso argentino ha resumido en su propuesta toda su experiencia en la escritura, la meditación y la psicoterapia, para abrir un camino hacia el auto conocimiento.
El requerimiento básico para quienes quieran sumarse es estar dispuestos al compromiso, la responsabilidad y la participación sincera.
El nuevo curso comienza el 13 de enero y ya está abierta la inscripción. Serán 20 encuentros, los jueves de 19 a 21.
Para conocer testimonios sobre los resultados logrados pinche aquí.
Para más información sobre los talleres y el contacto pinche aquí.

Para dar a conocer lo que usted hace, gratuitamente, envíe la información a aquí.pea@gmail.com

martes, 23 de noviembre de 2010

CONCIERTO HOMENAJE PARA MERCEDES SOSA




Concierto homenaje a Mercedes Sosa en Casa Amèrica Catalunya. Río arriba, grupo de músicas del mundo, versionará sus más conocidas canciones en un recital con entrada gratuita.
Río Arriba está formado por Rocío Faks (voz), Julio Santillán (guitarra), Martín Meléndez (violonchelo), Pablo Andrés Jiménez (flauta) y Pablo Cruz (percusión).
Este grupo se nutre de las raíces del folklore sudamericano y la cuenca rioplatense.
Mercedes Sosa, reconocida como la Voz de América, fue una de las fundadoras del Movimiento Nuevo Cancionero, que desde los años ’70 contribuyó a la revalorización de la música latinoamericana.
La cita es en Casa Amèrica Catalunya: Córcega, 299, entresuelo, el jueves 25 de noviembre a las 20 horas.
Para más información pinche aquí.
Para saber de Río Arriba pinche aquí.
Para escuchar su música pinche aquí.

DNI

Se termina el tiempo. El Consulado General de la República Argentina en Barcelona avisa a los ciudadanos argentinos que tramitaron su DNI en esta representación que, a través de su página en internet, pueden consultar si el documento ya se encuentra en listo para ser retirado por el titular.
El día 1 de febrero de 2011 serán destruidos todos aquellos DNI tramitados antes del 31 de julio de 2009, y no retirados.
Para establecer contacto con el consulado pinche aquí.

sábado, 20 de noviembre de 2010

HISTORIAS DE VIDA: JUAN PILEGGI


Juan Pileggi, porteño de Almagro, es empresario del vestido y vive hace 25 años en Barcelona. Ante él nos hicimos la pregunta que tienen en común todas estas Historias de vida: ¿Por qué camino llegó a nuestra ciudad, y por qué se ha quedado? Todos sabemos que no es suficiente que nos vaya bien con el trabajo para quedarse en un sitio. Que por muchas razones, aún a contrapelo de la nostalgia, un día encontramos nuestro lugar en el mundo, y los días de quedarnos se nos ponen en fila hasta que hacen un cuarto de siglo.
Charlamos con Juan Pileggi un par de horas, relajados y luego nos sentamos ante el ordenador para transcribir la entrevista, con un mate a mano y Astor Piazzolla en los altavoces.

Aqui.punto de encuentro argentino:¿Qué lo trajo a Barcelona?
Juan Pileggi: No vine con la idea de quedarme. Quería conocer Europa, y en los primeros tiempos viajé mucho, con billetes baratos, comiendo en albergues estudiantiles o parando en casa de amigos. Mi primer punto de partida fue Marbella, pero luego me empezó a tirar Barcelona, y tuve que pensar en ganarme la vida.

-¿Haciendo lo que hacía en Buenos Aires o tuvo que inventarse otra cosa?
-Yo era un buscavidas. En Argentina había empezado a fabricar ropa de estilo ibicenco, que caminaba muy bien porque todos teníamos la fantasía de Ibiza. Veía cosas que me gustaban y las transformaba, creaba algo original.

-¿Con sus propios diseños? No me diga que también le daba a la aguja.
-En realidad la que sabía era mi madre. Yo le llevaba una ropa y la vieja me decía, mirá que mal está hecha, mirá cómo se puede mejorar, y me hacía los moldes, los patrones. Con su ayuda me iba bien.

-¿Fue difícil empezar otra vez en Barcelona?
-Yo diría que no, porque venías de Argentina con mucha cintura. Allá, con la inflación y todo el lío de la economía había que hilar muy finito para no perder plata. Acá era distinto, te tranquilizabas porque podías planificar.
Lo primero que hice fueron unas bufandas que vendía en conjunto con los guantes. Yo no inventé la bufanda, eso está claro, pero pude hacer algo distinto. Además tuve una ayuda bárbara, hizo un invierno muy frío y no daba abasto con los pedidos.

-¿Ya tenía montada una estructura de producción y venta, o iba un poco a lo jipi?
-Ni coche tenía, porque tampoco sabía si me iba a quedar una semana o dos meses. Cuando iba a Sabadell, al taller donde me hacían las bufandas, me daban varias bolsas enormes y me hacían la gauchada de arrimarme hasta la estación. Después le pedía ayuda a todo el mundo para bajarlas del tren y meterlas en un taxi. Como no tenía ni local, guardaba las bolsas en tiendas de clientes que me hacían ese favor. Te veían joven y con ganas y te ayudaban.

-Hubo una época en que los argentinos se ganaron la desconfianza por pasarse de vivos. ¿No le complicaba las cosas?
-Yo nunca tuve problemas, pero es cierto que a cada paso tenías que demostrar que les ibas a cumplir, que eras “legal”. No lo debo haber hecho tan mal porque mucha gente que conocí en aquellos primeros tiempos son hoy mis amigos.

-Podríamos inventarnos un refrán a la medida: No sólo de ropa vive el hombre. ¿Qué otra cosa lo retuvo en Barcelona?
-Cuando llegué, en el ’85, esto era una fiesta. Yo trabajaba todo el día y salía todas las noches, sin faltar una. Era joven y el cuerpo me daba para todo. Uno venía de Argentina, donde por algunos sitios no podías ni caminar, y aquí te estabas tomando una birra en Gràcia, en la Plaza del Sol, y en la mesa de al lado estaba Maragall, el alcalde de Barcelona con la familia, mientras en la misma plaza, un poco más allá, podía haber de todo. Cualquier día ibas al Bikini y te querías morir: estaba todo el mundo, pero todo el mundo de verdad. Cada uno iba a su palo y muy relajado.

-¿Cuándo empezó acunar la idea de quedarse? ¿Cuando se asoció con otros argentinos para producir en mayor escala?
-Más o menos. En realidad vivíamos con la idea de que un día íbamos a pegar la vuelta, y por eso no queríamos atarnos demasiado. De todas maneras nos comprometimos más y nos lanzamos a tener diseños y patrones propios; a hacer ropa en talleres locales para vender a lo largo de la costa. Recuerdo que de lunes a viernes cortábamos y los fines de semana salíamos a vender. Trabajábamos mucho, pero no nos pesaba. Y encima nos dábamos tiempo para disfrutar de la noche y el día de Barcelona.

-¿La crisis económica actual lo afecta? ¿En qué situación se encuentra su empresa?
-Para alguna gente la cosa se ha puesto muy chunga. Tienen dificultades para pagar y hay que darle facilidades, porque son clientes de toda la vida. Pero aparte de eso no nos podemos quejar. Tenemos un horizonte claro, con ambiciones limitadas, porque no queremos competir con los grandes del vestido. Hoy ponemos el acento en la ropa con raíces étnicas y tenemos buena respuesta.


-¿Habla catalán?
-Esa es una deuda que tengo, porque lo hablo muy mal y si no me queda otro remedio. En casa y con los amigos hablo castellano.

-¿Sigue en contacto con Argentina? ¿Se plantea volver, como Gardel, aunque no sea con la frente marchita?
-Voy cada vez que puedo porque me tira mucho. Parece mentira, pero, después de 25 años aún no sé si volveré o me voy a quedar en Barcelona. Me temo que no lo voy a resolver nunca, porque como dice un refrán, el que se sienta en dos sillas siempre está mal sentado.

-Veamos sus vicios argentinos: ¿Es futbolero?
-Era, pero ahora ya no tanto. Acá, por supuesto que sigo al Barça. Allá soy de Boca. Cuando viajo, con mis hermanos, que esos si son futboleros, nos vemos todos los partidos de Boca.

-Hay quien no pasa un día sin leer los diarios argentinos o escuchar las radios de allá. ¿Usted hace lo mismo?
-En la tienda tengo sintonizadas radios de argentina, sobre todo las que pasan música, y las oigo a cada rato. Toda la música me gusta, pero me engancha mucho el rock nacional, Serú Girán, Pescado Rabioso, los de mi época.

-Una última pregunta: ¿el corazón manda?
-El corazón manda. Con Merce, que es catalana, estamos juntos hace doce años. Una razón de mucho peso para querer a Barcelona.

Para los que quieran conocer a Juan Pileggi en vivo y en directo vayan estos datos: Su tienda de confecciones al por mayor se llama “Muiggi”, y está en Ronda de Sant Pere, 56.
Para saber más sobre lo que producen, con pinchar aquí y también aquí, ya se van a enterar.



miércoles, 17 de noviembre de 2010

CANON DIGITAL: ANTONIO TELLO


Aqui.punto de encuentro argentino reproduce esta nota del poeta argentino Antonio Tello, secretario de la Comisión de Derechos de Autor de la ACEC, Asociación Colegiada de Escritores de Cataluña (Asoció Col.legial D’Escriptors de Catalunya), porque es un tema de relevante actualidad.
-El Tribunal de la UE avala el canon digital, un derecho fundamental de los creadores. ¿Por qué en este país cuesta tanto aceptarlo?
-Porque en España y en toda el área cultural hispana, la creación artística, en particular la literaria, no es respetada como un bien patrimonial. Las editoriales, que deberían respetar a los creadores, abusan de ellos y los mantienen en situaciones de explotación semejantes a los de un obrero textil del siglo XVIII, salvo a un puñado de elegidos, y la sociedad está convencida de que los artistas han de trabajar gratis y por amor al arte. También los escritores han contribuido a esta falsa percepción del trabajo y el producto artístico al hacer prevalecer su ego sobre la solidaridad gremial. En este país no hay verdadero respeto por el producto cultural ni conciencia de su valor económico.
-¿Por qué es necesaria esta compensación por copia privada para los autores?

-La compensación por copia reprográfica procura atenuar las graves deficiencias del sistema y dar una ínfima parte de quienes sacan provecho de los libros editados. Son millones los libros que institutos, universidades, academias, etc. fotocopian eludiendo la compra y, consecuentemente, el pago de los derechos de autor, con el consiguiente perjuicio para los autores y la industria editorial.
-¿Si no hay compensación, puede peligrar la cultura?
-La cultura como tal no peligra porque no haya compensación, pero sí la industria cultural que puede entrar en un grave colapso. De hecho, la crisis económica mundial ha puesto de manifiesto que el proceso que lleva a ese colapso ya había comenzado hace tiempo debido a los agentes erosivos apuntados en la primera respuesta.
-La reducción de las tarifas de esta compensación de los soportes en el 2008 supuso una reducción en la recaudación de CEDRO. ¿En qué  ha afectado esto a la ACEC?

-ACEC, como muchas asociaciones de autores españolas, se sostiene fundamentalmente gracias a las aportaciones de CEDRO. Esto significa que la drástica reducción de las aportaciones de esta entidad de recaudación ha afectado sustancialmente la actividad de ACEC al tener que reducir la cantidad de actos culturales y orientar su política poniendo énfasis en la excelencia de los mismos sin descuidar el apoyo efectivo a sus asociados. Asimismo, la situación ha inducido a la Junta Directiva a través de su Comisión de Derechos de Autor, a redoblar los esfuerzos en la defensa de estos derechos y, por medio de negociaciones con el Gremi d’Editors de Catalunya, en crear mejores condiciones de trabajo de escritores y traductores, quienes a su vez han de asumir su parte de responsabilidad en el reconocimiento de sus derechos e intereses particulares.
-¿Debe existir, entonces, el canon digital?

-El canon digital se presenta como un recurso necesario e imprescindible de compensación a autores y traductores mientras el sistema remunerativo vigente no encuentre y desarrolle nuevos mecanismos para una retribución acorde al consumo real del producto cultural, y al mismo tiempo mientras las conductas de los consumidores no sean respetuosas con el uso y disfrute de dicho producto.
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domingo, 14 de noviembre de 2010

CINE Y FUSIÓN LATINA

Desde el lunes 15 hasta el viernes 19 de noviembre Casa Amèrica Catalunya acogerá el ciclo “Cine Mexicano. Miradas compartidas”. Una buena oportunidad de asomarse a las realizaciones de los estudiantes de la escuela CUEC- UNAM, con sede en ese país latinoamericano. Este lunes se proyectará “El lugar sin límites”, una película de 1977, con la presencia de su realizador, Arturo Ripstein. El escritor argentino Manuel Puig colaboró con este director en la elaboración del guión.
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SMILE: SANDRA REHDER Y EUCLYDES MATTOS

La argentina Sandra Rehder y el brasileño Euclydes Mattos confluyen en un “mercosur” musical, titulado SMILE.
Como una demostración de que las fronteras pueden estar para unir y no sólo para separar, fusionan tango, bossa nova, bolero, el folklore latinomericano y la canción catalana.
¿Cuándo? El jueves 18 a las 20,30 horas.
¿Dónde? En la Librería General de Arte Martínez Pérez, en Valencia, 246 (entre Rambla de Catalunya y Balmes)
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viernes, 12 de noviembre de 2010

HISTORIAS DE VIDA: DANIEL NEGRO

Daniel Negro es descendiente de italianos cruzados con criollos, lo que la da una apariencia muy mediterránea. Nació en Buenos Aires, en el barrio de Mataderos, pero su infancia y el tiempo de la educación sentimental transcurrió en ese mundo variopinto donde varios millones de personas conforman el Gran Buenos Aires. Pronto, cuando estaba en edad de colegio secundario y trasnochadas, fue atacado por el virus de la política, muy extendido en la Argentina de los ’70 y antes de que se le afianzara el bigote conoció los avatares de la clandestinidad. Esa circunstancia, y el seguir la lucha en el frente que eligiera la suerte, lo llevaron a Brasil, Suecia y por fin Barcelona. Hoy es conocido como Daniel el del Harlem, porque cuando aún no estaba de moda Ciutat Vella, puso en marcha el Harlem Jazz Club, un hito que con casi veinte años de vida sobresale en Barcelona. Con Zingaria Produccions, produce conciertos y festivales como el Festival de Jazz y Música Étnica de Ciutat Vella y el Festival MPB, Música Popular de Barcelona, donde suma la música de la gente y una visión política incisiva.

AQUIPEA: Hay una película, “Mirta, de Liniers a Estambul”, en la que una joven militante de los `70 tiene que exiliarse en Estocolmo con su pareja, pero la movida va a dejarla sola y, haciendo su vida, va a parar a Estambul, un sitio completamente alejado de la imaginación de alguien que vivía en Liniers. Le propongo que juguemos con los paralelos. ¿Cuál fue su Liniers: Mataderos, Villa Insuperable, Baires, otros?
DANIEL NEGRO: Es curioso, pero yo conocí a Mirta en Estocolmo. Como a tantos otros, la pareja le duró el tiempo del escape hacia el exilio y luego la separación. Eso era bastante común. La pareja se mantenía unida en esa transición hacia la seguridad y la libertad, después… parece que perdía su razón de ser. Era un bombón, y en Suecia se enamoró de un turco, y con el turco, que tal vez no pensaba en volver a su tierra, se fueron a Estambul. Pienso que para ella, una vez lejos de Argentina y del barrio de Liniers, Estambul era sólo un paso más. Para él, no sé. Creo que así como muchos inmigrantes quieren volver con un Mercedes Benz, este le ganó a todos volviendo con un bombón argentino.

-¿Y su Estambul? ¿Llegó o está por llegar?
-El mío también llegó en Suecia, pero no fue Estambul sino Zagreb. Allí me enamoré de Sonia, que era de Serbia, y partimos para su tierra. Yo era joven y festejaba la razón de estar vivo. De Villa Insuperable a Zagreb, como Mirta. En ese tiempo también Zagreb era una revolución para un argentino. De pronto, en un bar, sobre la hora de cierre, los clientes pedían otra vuelta, y las “camaradas” camareras les decían, tengo que cerrar, camarada cliente, si no se va llamo a los camaradas milicianos. Y al rato había una asamblea entre camaradas clientes, milicianos, camareras y el exiliado argentino que estaba de visita y era un camarada más.

-¿Cuántas vueltas dio hasta aterrizar en Ciutat Vella, de Barcelona?
-¡Uff! Yo tenía a mi hijo, viviendo con su madre, en Barcelona, y varios amigos; entonces vinimos de visita. Corría el ’78 y Barcelona hervía, parecía que todo era posible. Manifestaciones, encuentros, estaba todo por hacer, y se hacia, con Jaume Sisa, Nazario, Pau Riba... Buscamos trabajo pero no salía nada, y cuando ya nos volvíamos descubrimos un local en Sant Andreu, frente un centro anarquista y decidimos poner una pizzería. En ese tiempo la pizza no era algo común. Más, daba para el chiste, porque venían y pedían una “picha”.

-O sea que antes de ser productor de espectáculos musicales, antes de parir el Harlem, fue pizzero.
-Sí, nos propusimos un plan modesto. Dar de comer a la gente del barrio. Pero tuvimos un éxito impensado. Tal vez porque escuchábamos a los clientes. Llegaba uno y decía yo quiero una pizza con mucha carne picada, lo que para oídos argentinos era casi una blasfemia, pero se la hacíamos, y quedaba en la carta. Nos fue tan bien que no dábamos abasto y como nuestra vida no pasaba por ser ricos haciendo pizza, la vendimos y con la plata que juntamos pusimos el Harlem.


-El Harlem Jazz Club es un sitio de referencia para aborígenes y extranjeros. Para muchos usted es “Daniel, el del Harlem”. Cuando comenzó con esto ¿tuvo presente que se convertiría en parte de su identidad?
-Juro que no. En ese tiempo Ciutat Vella era donde recalaban los marineros de la flota americana y, por ejemplo, la calle Escudellers era un boliche de tragos y putas atrás del otro. La gente no lo cree, pero nuestros primeros clientes eran las putas y los “camellos” senegaleses, que manejaban todo el cotarro. Había un pacto. En el Harlem, salieran de dónde salieran, eran solo clientes. Sus negocios los dejaban afuera, ahí no se transaba ni se puteaba. Y funcionaba muy bien, porque todos respetábamos las reglas.

-Programar música en vivo, en una ciudad que produce tantos funcionarios dispuestos a legislar el uso del aire, no es fácil. ¿Se necesita una cuota de humor especial para sortear las dificultades?
-Trato de no perder el humor. Creo que es algo que le debo a la militancia, y con quien milité. Nunca tuve un pensamiento lineal ni sectario. Siempre pensé que uno no estaba para aceptar verdad imposibles de cuestionar, y estando en un grupo o estando sólo, lo que va a prevalecer son los principios que uno mamó cuando era muy jovencito. El humor es parte de esa independencia. Recuerdo que cuando la guerra de Malvinas en Suecia había organizaciones de exiliados que mantenían los lazos de militancia de Argentina, y que los que no se proponían ser voluntarios a esa guerra le andaban cerca. Con un amigo diseñador hicimos unos carteles que decían “Las Malvinas son nuestras”, firmado por el Movimiento Pingüino de Liberación, y la foto de un pingüino. Con eso decíamos todo lo que teníamos que decir: que no íbamos a alinearnos con una dictadura militar por una tierra que en realidad pertencía a los pingüinos, pero hubo gente que empezó a decir que había una “quinta columna”. Era una risa.
Creo que la obediencia ciega de los exiliados a sus organizaciones se debía a que tenían la necesidad de pertenecer a algo, no podían estar solos. Yo, tal vez porque estar en la clandestinidad es un poco como un exilio, no tuve esa necesidad.

-O sea que se mantiene contestatario como en su juventud de Villa Insuperable.
-Bastante más misántropo que cuando era joven y creía en la gente, en toda. A veces quiero más a los animales que a la gente, pero no puedo soportar la injusticia y tengo que hacer algo. Si veo que un hombre maltrata a su mujer yo me le enfrento, si es un segurata o un funcionario, que abusa del poder, no puedo evitarlo, tengo que hacer algo.

-Veamos eso de los animales. El símbolo de Harlem es un gato con saxofón. Apoya las organizaciones que protegen a los gatos de la calle y, sabemos, que en su casa de la montaña, donde vive habitualmente, tiene un batallón de gatos. ¿Qué lo liga a los gatos de tal manera?
-Por un lado, cuando hicimos el logo del Harlem, a los músicos de jazz en New York se los llamaba gatos. Pero ahí no termina la cosa. Un día encontré una gatita muy mal herida y me la llevé a casa. Al tiempo le conseguimos un compañero, para que no estuviera sola y me llenaron la casa de gatitos. Cuando me separé decidí vivir en la casa de la montaña, en Fogars de la selva, y en el reparto de bienes me llevé todos los gatos. La disyuntiva era si los castraba, para controlar su reproducción, y decidí que la naturaleza siguiera su curso. Hubo momentos en que eran verdaderamente un batallón, entre los de la casa y los de afuera, los que se asilvestran cuando la gente los abandona. Pero luego llega el equilibrio.
Soy muy feliz rodeado de gatos. Muchas veces, si puedo elegir entre una persona y mis gatos, me quedo con mis gatos. Son menos complicados.
Para saber de esos tiempos en Argentina, Latinoamérica y Barcelona, pinche aquí, y también aquí, y aquí, y aquí, o vea que hay en el Harlem.