Elba Picó nació en el porteño barrio de La Paternal. Cuando estudiaba danzas, y piano, expresión corporal, tal vez soñaba con Europa, como casi todos los de aquel lado del charco. No sabía que Barcelona la estaba esperando para adoptarla como su voz de tango. Pero, antes de llegar, había que partir. No podemos resumir su historia musical porque es imposible resumir la calidad, sólo las enumeraciones nos salvan de meter la pata. Esta es una lista de sus oficios de cantante y sus compañeros de encuentro musical: Quinteto Clave, Héctor Stamponi, con quien graba el disco “Romance y Tango”, Cátulo Castillo, Atilio Stampone, Jorge Sarraute y Esteban Rabito Vélez en “Tango a tres”, Horacio Ferrer, Barnatango, Tete Montoliu, Quinteto Araca, Marcelo Mercadante, Pablo Mainetti, etc, etc, etc...
Cuando uno se la encuentra por el Raval, comprando verdura y fruta en “Bubup”, no entiende como esa mujer pequeña, de huesos delicados, voz sin estridencias y un poco despistada, puede transformarse hasta tal punto sobre un escenario. Porque cuando canta sale la otra, la que lleva adentro, y crece de tal manera que no es posible sustraerse al embrujo.
Elba Picó, al fin, como muchos argentinos, cumplió su sueño de venir a Europa, pero por el camino más difícil. Mejor le preguntamos a ella cómo fue ese tiempo:
-¿Qué esperaba el día en que puso el pie por primera vez en Barcelona?
-Fue en diciembre de 1972, era mi primer viaje a Europa y tenía todas las expectativas de vivir algo extraordinario, algo largamente soñado. Sin embargo, mi sensación fue la de entrar en un túnel y retroceder en el tiempo. Aún vivía Franco y aunque Barcelona era diferente a otras regiones de España, cosa que comprobé más tarde, se vivía en el ambiente y se veía en los usos un estancamiento, un temor, un ¡cuidado!
-¿Intuía que se iba a convertir en una referencia del tango en esta ciudad?
-En absoluto, yo fui la primera sorprendida. Creo que se debió a la gran necesidad de compartir con el público las emociones que ese momento propiciaba; las mías, además, las producía el reciente exilio. El tango estaba relegado y lo que más se escuchaba era “música sudamericana” (folclore).
-“Fumando espero” es un tango de autores catalanes de principios del siglo XX, cuando Gardel llegaba seguido a Barcelona. ¿Qué hay en el espíritu catalán que lo liga con el tango?
-Es posible que el catalán se sienta ligado a aquello que representa el tango, que es el desarraigo, el abandono, el dolor de la existencia, la soledad frente al mundo. Todo esto envuelto en una cadencia sensual como es la música del tango.
-Dicen que el tango espera. Espera a que la vida nos ponga en sintonía. ¿Cuándo descubrió que esa era su música?
-El tango me llegó, como antes me había pasado con el hecho de cantar, sin buscarlo; él me buscó a mí, él se metió en mí, por circunstancias, y se quedó. Nos necesitamos mutuamente y ya no nos separamos.
-Como cantante de tangos sus raíces siguen vivas al otro lado del mar. ¿Eso significa que es una barcelonesa a medias?
- Sí, soy barcelonesa y soy porteña, también un poco salteña. Mis primeros pinitos como cantante, cuando era una niña, los hice en LV9 Radio General Güemes de Salta, en “El Carrusel de los niños” y por entonces no cantaba tango, cantaba copla española, ¿qué tal?
-Elba Picó vive en el Raval, barrio multicultural como la misma ciudad, ¿es estimulante esa mezcla de pueblos y culturas?
-Sin duda. La multiculturalidad enriquece, no lo digo sólo yo. Las barreras, si las hay, se abren acercándose a lo desconocido con confianza.
-Usted pudo cantar con los más grandes de la generación de Piazzolla ¿Cómo ve a los treintañeros y cuarentones que ahora son primera línea?
-Creo que, como nosotros los mayores, están en la búsqueda de expresarse de la manera y con las herramientas que exigen los tiempos. Se fusionan, experimentan con nuevos sonidos, con la electrónica… Es la mejor manera de hacer que el tango no se convierta en una pieza de museo.
-¿Qué tiene el tango, que no se muere nunca?
-Lo mismo que tiene el flamenco, el rock, el jazz, el fado… no pueden morir.
-Confiese: ¿Tiene mano para las empanadas o le va mejor con la pizza?
-Para ninguna de las dos, soy comedora, pero no hacedora, no se me dan bien las masas. Lo siento.
Para saber más y escuchar a Elba Picó pinche aquí.
Para saber más y escuchar a Elba Picó pinche aquí.
La ventaja de la Picó es que además de la voz, tiene una humanidad a prueba de infiernos. Su compañía, y hasta su sola presencia, son un bálsamo para los malos tiempos, tan necesario ahora.
ResponderEliminarEnhorabuena a este blog, que nos acerca a los unos y los otros, y que me parece que también es un buen escaparate para la gente de allá al otro lado del Atlántico.
FIRMA:
Un español con alma de tango.
Soy de los que creen que el tango luce mejor cantado por hombres, si bien algunos tangos fueron compuestos para que los cantaran mujeres. Eso si, si alguna cosa puede hacerme dudar de mi convicción, es escucharla a la Picó.
ResponderEliminarNunca faltan los machistas tangueros
ResponderEliminarUna vez dijo Michael Robinson: "Jugar como el Barca parece fácil, pero cualquiera que lo intente baja a segunda división"...
ResponderEliminarY así pasa con los que son y hacen "de verdad".
Yo creo que Elba Picó canta así porque así vive, sin aspavientos, desde dentro.
Uno puede tener sentido del ritmo, puede tener buena voz y hasta ser afinado, pero ser cantante, o Maradona, o Gassman es otra historia. Hay que ser, no sé como, porque sino hubiera intentado ser algo de eso...
La Elba no hace concesiones, no busca el efecto, una vez me dijo, con toda su modestia de señora que te encuentras en la verdulería: "Podés vestirte bien, moverte bien, tener buenas luces, el mejor sonido, ser graciososo... pero un cantante lo que tiene que hacer es cantar".
Y ella, tan modesta, después de toda una vida cantando, cuando cualquier pelagato que acaba de hacer dos bolitos se pone a dar clases, sigue recibiendo clases, sigue estudiando, sigue alerta, porque no se da un respiro.
Por eso es un Gran Reserva.