viernes, 5 de noviembre de 2010

HISTORIAS DE VIDA: ANA PORTNOY

Recuperamos a Ana Portnoy, que hemos tenido presente en Aquí.punto de encuentro argentino a través de fotografías que hizo a personajes como Luis Luchi. Como es habitual le pedimos los signos, los mapas de una breve biografía y nos la cuenta de esta manera:
“Nací en Buenos Aires, un verano porteño de 1950.
Cuando tenía 6 años mis padres ser trasladan a vivir a Cipolletti, provincia de Río Negro, donde transcurren cuatro maravillosos años de mi infancia: la escuela, los juegos en la calle, la pelota, la rayuela, la payana, las bolitas, las pelis de Tarzán y Superman... en fin, una niñez como dios manda.
Mi primer exilio, fue el regreso a Buenos Aires. Tremendo. De las calles de tierra del barrio Rosauer, a la 9 de julio, la avenida  "más ancha del  mundo."  Nunca había visto tanto cemento junto.
Volví provinciana y así quedé.
Es en la adolescencia cuando vuelvo a encontrar mi lugar en el mundo, en un bar, La Paz (¿habrá sido una ironía del destino?) en Montevideo y Corrientes, sentada a una mesita junto a la ventana, con un amigo que me explica mi  papel en la historia de la lucha de clases. Y es exactamente ahí dónde y cuándo empieza mi sueño de querer cambiar el mundo. Tenía 16 años y fue el comienzo de  una  aventura  que impregnó 10 años de mi vida, hasta salir, con 26, con una breve parada en México, para recalar ¿definitivamente? en Barcelona”.



AQUIPEA -Barcelona parece ser el sitio donde ha decidido quedarse, por ese siempre tan relativo. ¿Cuándo era una adolescente porteña, se imaginaba viviendo en Barcelona?
ANA PORTNOY -Si me hubieran dicho que me iría de Argentina y que no regresaría hasta 16 años después -salí en el 76 y regresé por primera vez en el '92- no lo hubiera creído. De adolescente me imaginaba viviendo en la Revolución, cual si fuera un lugar virtual. No era una cuestión geográfica, sino de ideas, de ideales. No pensaba en fronteras.

-Cuando era joven, supongo que tampoco se imaginaba el exilio. ¿Cómo se vivió ese desgajamiento?
-Salir de Argentina supuso salvar mi vida y la de mis hijos, pero tenía que aprender a vivir una vida nueva, no sólo por el exilio, sino porque no conocía otro hacer que el de la militancia.

-¿En el exilio todo es pérdida o algo se aprende?
-El exilio fue consecuencia de la brutal represión ejercida por la dictadura de Videla, el horror. Pero tuve la suerte de llegar en la primavera del 77, y pude compartir la alegría de recuperar la democracia en España. Hubo señales de que se podía empezar a construir. Y aprendí a permanecer, a  tener paciencia, a que la vida no es a vencer o a morir. Me integré con todo lo que traje, mis hijos, mi "deje" y un resto importante de entusiasmo. Y me sentí acogida, querida. Era lo que necesitaba.
Hace años me dieron el Primer Premio a la "No Integración Lingüística", porque no hablo catalán, lo entiendo -solo faltaría- pero no he perdido el "deje" que dicen aquí, porque como las sábanas Graffa, llevo la marca en el orillo; lo que me valió el premio "Raíces", en mi primer viaje a Buenos Aires. Premios, ambos, concedidos por mis buenos amigos.
O sea, mi integré con todo y gané.

-¿Cómo era la Barcelona a la que usted arribó en los 80? ¿Era más fácil o más dura que la de hoy con los inmigrantes?
-La Barcelona de finales de los 70 era maravillosa. Sentí una complicidad con la gente de aquí, porque sin duda, con matices, habíamos vivido algunas  experiencias similares, la dictadura, la lucha…  Los primeros latinoamericanos que llegaron fueron los uruguayos después del golpe del 71, en el 73 los chilenos y en 76 los argentinos. Y parecíamos tener un deseo común de construcción... Eran otros tiempos, la democracia era joven, y nosotros también.

-Antes de que se hiciera fotógrafa tuvo, cuentan, una verdulería. ¿Las verduras le daban para composiciones de foto club o estaban para parar la olla y alimentar a sus dos hijos?
-Es verdad, trabajé vendiendo fruta y verdura en Ibiza, pantalones en un mercado, libros por metro en una gran superficie...
No me importó  tanto lo que hacia mientras pudiera trabajar y estar en casa cuando los chicos volvían del cole; para  alimentarlos en todos los sentidos, para garantizarles presencia. La "desaparición" era, es, una marca en nuestras vidas.
Llegué sin profesión, estudié fotografía, y comencé a publicar en unos fascículos de psicología. Pude cumplir mi sueño de hacer reportajes después de ganar el primer premio en el Festival internacional del Payaso, en Cornellá. Vendí el reportaje a El Periódico, y seguí publicando a lo largo de cinco años.

-¿Su trabajo más querido?
-Como reportera gráfica colaborando con el Suplemento dominical de EL Periódico.

-Como fotógrafa que ganó premios y publicó en medios masivos. ¿Hoy mantiene el oficio o la crisis, que se ha cargado tantos fotógrafos gráficos, la obliga a cambiar de profesión?
-Mantengo la misma curiosidad respecto de las gentes y sus mundos que en los años en que trabajé haciendo reportajes, pero ahora ejerzo esporádicamente como fotógrafa, y los reportajes se acabaron hace tiempo. Trabajé muchos años como documentalista gráfica, siempre free lance, y no descarto volver a hacerlo. Pero es verdad que la crisis, los archivos online, las fotos digitales, tot plegat, han sido una aplanadora para este oficio.

-¿Cómo ve la Argentina de hoy, a la distancia?
-Creo que es encomiable el trabajo que ha realizado en el tema de los DDHH, y en el que sigue actuando. El boletín que publica el Archivo Nacional de la Memoria que recibo online, así lo demuestra, ya que cada día se abren nuevos juicios a los represores de la dictadura de Videla.
En materia económica me cuesta opinar, pero parece que en Argentina, como en otros países de América Latina que no siguen los designios del FMI, es  donde se ha generado más empleo aumentando salarios y pensiones. No podemos decir lo mismo de una Europa que ha dado el dinero a  los bancos.

-¿Nunca tiene ganas de pegar la vuelta?
-Me gusta ir de visita, porque es sólo salir del aeropuerto y ya el aire pone en funcionamiento mis recuerdos, los lindos Pero volver es regresar a un lugar distinto, yo soy de acá, con todo lo de allá.

-¿En qué defecto o virtud se reconoce como una mujer argentina?
-¿En lo apasionada  tal vez?



Para saber más de la protagonista de hoy pinche aquí y también aquí.

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